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A través del rayo y la erupción de volcanes el hombre prehistórico conoció el fuego. Lo usó para calentarse, protegerse de los animales y alimentarse. Aprendió que las llamas, también, mataban y provocaban destrucción, miedo y dolor.
¿Qué tienen en común, hoy, un herrero obsesionado con fabricar espadas y otras armas medievales, un bombero, un experto en pirotecnia y un artesano soplador de vidrio? ¿Qué une a un maestro parrillero con una enfermera de la Unidad de Quemados y un lanzallamas que monta su show en los semáforos? Todos ellos ejercen oficios relacionados con ese maravilloso y aterrador fenómeno que, ancestralmente, vinculamos con los dominios del Diablo, el lugar donde los pecadores reciben el castigo eterno. Ellos hacen Los trabajos del infierno.